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La evasión es la mejor estrategia a corto plazo para escapar del conflicto, y la mejor estrategia a largo plazo para garantizar el sufrimiento. -Brendon Burchard
Seguro que alguna vez te habrá pasado. Estás esperando tu turno para pagar en un establecimiento y llega alguien haciéndose el despistado que se te pone delante.
Te molesta, pero a veces sientes que decir algo sería montar un escándalo innecesario y fastidiarte el día, prefieres ponerte a mirar tu celular y dejar pasar esa pequeña injusticia.
A la mayoría de nosotros no nos gusta el conflicto. Lo vemos como algo que debemos evitar a toda costa con la idea de que al eludir las confrontaciones, evadimos los problemas y por ende evitamos el sufrimiento.
En el ejemplo anterior no había relaciones que salvar, era sólo un poco de tiempo perdido, pero en muchas otras ocasiones nuestras relaciones más preciadas están en juego.
Debes saber que esquivar los conflictos no soluciona los mismos. De hecho, el ignorarlos hace que las diferencias se vuelvan más grandes. Al huirle a los conflictos ya sea con nuestra pareja, amigos, familiares o compañeros de trabajo, lo que hacemos es interiorizar nuestra frustración.
Una frustración silenciosa que puede estar a punto de estallar a la mínima provocación.
A ver si te resulta familiar: Te preguntan qué te pasa y tú, con total seriedad sueltas un “nada” que esconde un gran “todo” y te reconcome por dentro. Bastará una pequeña chispa para que explotes y con malas formas, compartas todo lo que llevas arrastrando durante mucho tiempo.
Aguantar y callar causará que el desacuerdo se convierta en una carga muy pesada y en una pérdida irreparable de una relación o un negocio por no mantener las vías de comunicaciones abiertas y claras.
¿Cómo encarar los conflictos?
Muchas veces la palabra conflicto nos trae conflicto (valga la redundancia).Si es tu caso, substituye la palabra por una que te motive a afrontar la situación con la otra persona. Llámalo diferencia de opinión, desacuerdo, malentendido… ¡Como tú quieras! Lo importantes es usar el lenguaje que te ayude y te empuje a enfrentarte a la situación.
Mira haciendo clic aquí el post que escribí sobre el poder de las palabras, estoy segura que comprenderás mejor lo que te digo.
Toma responsabilidad y no asumas nada. Cuando hay un conflicto usualmente comenzamos a buscar las razones por las cuales debemos dejar las cosas como están. Asumimos lo que el otro dirá, cómo se comportará y nos convencemos de que no vale la pena enfrentarnos. Suelta la practica de asumir. Toma responsabilidad de la parte que te corresponde y que tu norte sea el comunicar tu verdad de forma asertiva en la búsqueda de un resultado positivo.
Una gran compañera a la que debes acudir siempre es la empatía. En muchísimas ocasiones (por no decir casi todas) nuestro ego quiere llevar la voz cantante. Nuestro argumento interno es tan poderoso que creemos que es el único válido que existe. Entonces sucede que entramos a la conversación a la defensiva, tratando de hacer valer nuestro punto de vista y convencer al otro, sin considerar la perspectiva de la otra parte. La empatía, la calma y la curiosidad de conocer la posición de la otra persona los acercará más al entendimiento.
Y por supuesto, un gran recurso que te ayudará es ver las grandes oportunidades que se presentarían si tuvieras la disciplina de enfrentar los conflictos. Pregúntate: ¿Qué sería diferente en tu vida? ¿Cómo sería si te decidieras a enfrentar las situaciones difíciles? Toma nota de tus respuestas y úsalas como motivación de cara al conflicto.
Si tienes la práctica de la evitación puede ser que esta conducta se refleje también en otras áreas de tu vida, como en la incapacidad de tomar decisiones beneficiosas de forma proactiva. Esta tendencia a la evasión puede traer sentimientos de ansiedad, impotencia y tristeza, haciendo que sea mucho más complicado superar obstáculos, sanar y prosperar.
Por tanto no debemos de evadir los conflictos. ¡Hay que afrontarlos con respeto y objetividad!
Después de todo nadie ha dicho que los seres humanos tenemos siempre que estar de acuerdo. Pero entre tantas alternativas como: arreglar la relación, colaborar, comprometerse a mejorar conducta o acordar partir por caminos diferentes, evitar conflictos no debe de ser nunca una posible solución.
Especialmente porque evitar conflictos sería la única opción que no nos ayuda a alcanzar la meta más importante, que es vivir con tranquilidad. Una tranquilidad que llega cuando encuentras la resolución.
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